CONSTANTINO VITAGLIANO Y LA SANGRE DEL POETA POR OSCAR PORTELA
Te miro y el tiempo se hace espacio en torno a ti y la materia aurea de tu cuerpo y el deseo comprende así que todo permanece y el inicio es solo fabula de amor y eterna metamorfosis del sin igual destino del aeda en un mundo de Dioses en destierro.
La luz se embriaga de si misma y cegada, gira en torno a la fabula del mundo.
En ti la mar sucede y el tiempo se transmuta. En ti el principio del Mediterráneo y el pecado lascivo de los Dioses o su envidia de belleza mortal no pasajera.
En ti los corazones desterrados buscan el elixir del mundo y todo vértigo.
En ti la sangre del rapsoda que gotea sobre tus bellos muslos tan perfectos como la métrica de Píndaro.
Por ti murió de amor Kavaffis y Alejandría duerme aquí en mi corazón que se desploma buscando en tus tobillos la obediencia a la música aérea donde cesa todo caos y permanece el sueño del olimpo y un ramo del laurel ciñe tu frente. Eres el mito que no acaba.
El amor que en la sangre del poeta se transforma y delira. Eres la lira que vuelve a poblar nuestros bosques y praderas.
Eres la epifanía de los goces que emerge de la piedra y eres la sed y el rayo que no cesa.
Constantino aquí, indemne, es la gloria del sueño y todo el mundo – todo beso caído como pétalo roza sobre su pubis sacro – nos habla de que todo retorna y el mismo amor es solo zaga y profecía del poeta.
Oscar Portela Corrientes 25 de noviembre de 2007 Argentina
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Poesía Gay
CONSTANTINO VITAGLIANO
Y LA SANGRE DEL POETA
POR OSCAR PORTELA
Te miro y el tiempo se hace espacio
en torno a ti y la materia aurea
de tu cuerpo y el deseo comprende así
que todo permanece y el inicio
es solo fabula de amor y eterna metamorfosis
del sin igual destino del aeda
en un mundo de Dioses en destierro.
La luz se embriaga
de si misma y cegada,
gira en torno a la fabula del mundo.
En ti la mar sucede y el tiempo se transmuta.
En ti el principio del Mediterráneo
y el pecado lascivo de los Dioses
o su envidia de belleza mortal no pasajera.
En ti los corazones desterrados
buscan el elixir del mundo y todo vértigo.
En ti la sangre del rapsoda que gotea
sobre tus bellos muslos
tan perfectos como la métrica de Píndaro.
Por ti murió de amor Kavaffis y Alejandría
duerme aquí en mi corazón que se desploma
buscando en tus tobillos la obediencia
a la música aérea donde cesa
todo caos y permanece el sueño
del olimpo y un ramo del laurel
ciñe tu frente. Eres el mito que no acaba.
El amor que en la sangre del poeta
se transforma y delira. Eres la lira
que vuelve a poblar nuestros bosques
y praderas.
Eres la epifanía de los goces que emerge
de la piedra y eres la sed y el rayo que no cesa.
Constantino aquí, indemne, es la gloria
del sueño y todo el mundo – todo beso caído
como pétalo roza sobre su pubis sacro –
nos habla de que todo retorna y el mismo
amor es solo zaga y profecía del poeta.
Oscar Portela
Corrientes 25 de noviembre de 2007
Argentina
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